domingo, 8 de mayo de 2011

LOS DESAFÍOS DEL ABOGADO DEL SIGLO XXI


LOS DESAFÍOS DEL ABOGADO DEL SIGLO XXI


Difícilmente un ciudadano común ante un desperfecto mecánico “metería mano” en el motor de un auto moderno. Seguramente nadie sin los conocimientos adecuados intentaría instalar un calefactor a gas natural en su casa. Nadie le pediría al vecino que le arregle una muela cariada.
   Cada vez más gente delega tareas relativamente sencillas como lavar el auto, cortar el césped o hacer la comida, en otras personas que se dedican a ello profesionalmente. Sin embargo es muy común ver que a la hora de redactar un contrato por decenas o cientos de miles de pesos, las personas compren un formulario en la imprenta o lo hagan ellos mismos sobre un molde viejo en lugar de ir a un abogado.
   A ningún comerciante se le ocurriría pedirle a un abogado que le haga un balance o una declaración jurada de impuestos, pero seguramente ante un litigio laboral primero consultará a su contador. Cualquier persona sabe que un abogado no puede hacer una escritura de un inmueble, pero pocos saben que los escribanos no pueden iniciar sucesiones y solo lo puede hacer un abogado.
    Frente a este panorama, los abogados tenemos dos opciones: enojarnos porque la gente no viene a nuestros estudios o preguntarnos porqué, buscar la causa e intentar solucionar el problema.
   Uno de los factores principales de este fenómeno, es la mala fama de los abogados, que viene de tiempos inmemoriales. Las causas de la misma son muchas, generalmente infundadas, pero no podemos los abogados enojarnos con la gente por pensar de esa manera, sino que es nuestra misión aprender a comunicar la realidad de nuestro trabajo. Pero la moneda tiene otra cara: muchas veces la gente piensa que buscando al abogado más “rápido” o más inescrupuloso le va a ir mejor.
    Hace 15 años en toda la provincia de Córdoba no había más de dos o tres facultades en la ciudad capital. Hoy, si un joven de nuestra localidad quiere estudiar abogacía, puede hacerlo en la Universidad Nacional de Río Cuarto, o en la sede de la Universidad Siglo XXI de la misma ciudad, o en Villa Mercedes en la sede de la Universidad de Lomas de Zamora, o a distancia en decenas de Universidades o… hasta en nuestra misma ciudad!!!
    Todo lo dicho está muy relacionado y tiene un punto de encuentro. Subsiste una “mala fama” de larga data, y ahora sumamos una nueva realidad que es la avalancha de abogados que van a salir de las “universidades express”. Frente a este panorama, no faltan abogados asustados que piensan que si le sumamos al descrédito existente una abultada competencia, “el pastel” se dividirá en trozos cada vez más pequeños.
    Pues bien, he aquí el desafío doble de los abogados: agrandar “el pastel” con inteligencia y creatividad.
    Frente al hecho consumado de los muchos colegas que se reciben, lo que tenemos que hacer no es cerrar facultades o restringir la matriculación, sino recuperar nuestra credibilidad, mejorar nuestra aceptación social, comunicar nuestra misión, prestigiar nuestra profesión y abrir nuevos campos donde los abogados podamos actuar.
        El abogado del siglo XXI debe concentrarse más en el cliente, en la persona. Debemos hacer que la gente consulte a un abogado con la tranquilidad con la que va a un médico, no solo para curar “enfermedades”, sino principalmente para prevenirlas. Debemos tomar conciencia que los clientes son personas que llegan con temores, miedos angustias, y es nuestro deber escucharlos, entenderlos, tranquilizarlos y por último aconsejarlos. Debemos ser cautos en prometer resultados difíciles de conseguir, aún a riesgo de perder clientes. Debemos predicar la honestidad como un valor fundamental de la abogacía.
    También debemos salir de nuestros estudios e ir a buscar a las empresas, y convencerlas de que así como cada vez más contratan contadores o ingenieros en su planta, lo mismo deben hacer con los abogados, para estar mucho más asesorados a la hora de tomar decisiones,  más preparados en caso de que ocurra algún conflicto, pero principalmente para prevenirlos.
    Debemos profundizar nuestro rol social, salir de nuestros despachos e insertarnos en los distintos ámbitos de la sociedad que requieren nuestros servicios, a través de ONG, entidades intermedias, vecinales y utilizando, porqué no, los medios de comunicación, incluyendo este nuevo mundo que nos abre internet.
    Debemos aprovechar los avances tecnológicos como herramienta útil para nuestro trabajo, pero también para publicitar nuestro servicio y comunicar mejor a la sociedad nuestra función. El uso de las nuevas tecnologías tendrá una doble faz en el futuro: para mejorar el servicio que actualmente estamos prestando, pero también para prestar nuevos servicios que hasta ahora no brindábamos.
    Debemos aprender y propiciar la difusión de los métodos alternativos de resolución de conflictos como la mediación, la negociación y el arbitraje, para lograr soluciones concertadas antes que el enfrentamiento, enseñarle y sugerirle al cliente que hay otras formas de resolver los conflictos distintas del litigio, y aquí los nuevos abogados tienen un rol preponderante que jugar.
    Desde este número, mensualmente publicaremos una columna jurídica que tratará de ser amena y simple. La publicación tiene varios objetivos: el primero de ellos es desterrar mitos comunes, creencias de la calle acerca de determinados comportamientos y sus consecuencias jurídicas. Una segunda misión y no menos importante es difundir determinados institutos legales, herramientas jurídicas e instituciones relacionadas, para preparar un poco más a la gente común en estas cuestiones y a su vez ayudarle en el acceso a la justicia. Pero además, aprovechando la gran llegada de este medio, buscará convertirse en un modo de acercar al abogado y su actividad a la gente para que se pierda ese “temor reverencial” que muchas veces existe, y generar así confianza, que es el mayor capital que un abogado puede tener.
    Esperamos que la columna sea de su agrado y utilidad. Nos vemos en el número que viene!!!

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